viernes, 29 de marzo de 2013

Qué decir sobre las comas...


Qué decir sobre las comas…
Tengo una impresión, y es una impresión profunda, de que abuso de las pausas – ¡qué cosas! – de las aclaraciones, de los silencios, de los paréntesis, de las largas listas, de las colas de palabras esperando turno...
De los puntos suspensivos también soy asidua; del punto y coma. Entre comillas cito lo citado, entre corchetes añado mi visión y mi versión.
Tengo una amiga querida que me dice a veces:
- “(…) porque yo sé cómo escribes…!  A ratos me detengo, abro bien los ojos y recapacito: Es el brote… de la rama del tronco del árbol que plantó el otro día, tres párrafos más arriba… aahah!”
- Es que la vida se cruza, le digo, y enreda los tiempos, las pausas, las causas, las hijas, las nietas, toda la descendencia hablada y escrita.
Cuando releo intento hacerlo con cierta distancia; me gusta este experimento, es curioso; como queriendo entenderme. Cuando escribo es casi siempre desde lo cercano (casi como salivando sobre el papel o sobre el teclado), desde la espontaneidad y el fuego natural de mis artificios (personajes y escenas ya esbozadas empequeñeciendo a todas las musas instantáneas).
Ahora salgo de un descanso en el horizonte y las olas juguetonas me pellizcan: “Anda…! Diles cómo es esto de tus comas, tus signos de ortografía… por los que mueres. 
Aquí estoy, pues, acordándome de aquel relato que escribí haciendo historias entre un punto y un asterisco. Otra rama, otro árbol, otro capítulo.


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